El grifo

Estoy cansada, mi alma se agota al igual que aquel grifo, desgastado, oxidado, usado y abusado que ya no es capaz de retener a esas gotas que se escapan de su control y aprovechan su extenuación para aflorar y asomar, para liberar la presión y el control al que han sido sometidas durante tanto tiempo, quizás demasiado…

Ese grifo se ahoga cuando el agua que regula su curso, le desobedece y se desborda, hace huelga y se rebela, inundándo y abnegándolo de aquella misma que ordenó salir a merced de otros, pero que nunca fue capaz de tocar, tenía miedo, sentía pavor de ser bañada por aquélla y jamás se permitió interaccionar con ella, sentirla, disfrutarla o desbocarla cuando la vida le sobrepasaba, pues también era humano y tenía vida propia, tanta como ese dulce mar que emana con viveza, frescura y que brota desde lo más profundo de su interior.

En absoluto nada que no fuera servir de conducto de dentro hacia afuera, pero jamás de los jamases rodearse, abrazarse, cubrirse ni dejarse seducir por los placenteros húmedos mares de Poseidón, desde su envoltorio y estructura exterior hacia adentro. Aquello era pecado de dioses y nunca le estuvo permitido, tanto que tan siquiera se lo planteó.

Su papel era el de abastecer de agua, sin más, cuando algún individuo ajeno manejara los mandos y tu llave de paso por su vida y de la suya por la tuya, cuando alguien espontáneo se beneficiara de ti, independientemente de tu voluntad. Siempre a merced de otros, del que decidiera poner la mano sobre ti y te utilizara, moderada o desmesuradamente, de buena o mala gana, amorosa u odiosamente, primorosa o violentamente, ahí estabas tú siempre, cumpliendo intachablemente tu única y asignada simple función.

Siempre generoso y dispuesto a dar, nunca a recibir y así te va… hasta que llega un día en que te cansas, la extenuación se instaura en ti y te gobierna, bloqueando tu salida, obstruyendo tus arterias, quebrantándote y, cuando quieres darte cuenta, ya es demasiado tarde, eres consciente de que no has sido dueño de tu vida, has subsistido por y para otros otros, has ido muriendo en cada uno de tus inocentes rostros, los cuales te esmerabas en mostrar cada vez que intentabas pintar tu mejor sonrisa y dar lo mejor de ti, aún cuando no tuvieras fuerzas para continuar, por culpa de esotros.

¿Y tanto esfuerzo para qué?.

¿Para acabar en la basura hecho trizas y desechado con desgana, que hasta el último roce es tan perverso, hostil y repleto de maldiciones, sandeces y palabrería barata porque, algún día, después de muchos otros en los que, de ninguna manera faltaste a clase, tu maquinaria se estropeó, no precisamente del desuso, debido a tu pésima calidad o ineficacia, sino del mal uso y abuso; te desgastaron, hicieron de ti lo que eres hoy o has dejado de ser para los restos, a causa de que tu estructura envejeció, se quebró, enfermó, se infectó de hongos y cubrió de moho hasta acabar putrefacto, maloliente, repudiado y expoliado?.

¿Acaso alguien te valoró todos esos años que estuviste dándolo todo, espléndidamente, sin rechistar y mucho menos, haber tenido alguna vez, voz o voto, cuando nadie te dio jamás vela ni en tu propio entierro?.

Frase semanal:

«El amor es la llave con que abres el grifo del agua en los ojos»

Ricardo Arjona

Reflexión semanal:

  • ¿Cómo cuidáis vuestro «grifo»?
  • ¿Qué usos le habéis dado o habéis permitido que os den?

¡Feliz semana! 😉

By Wendy

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