¿Quién eres? Disculpa, pero no te conozco, sin embargo siento un nexo de unión contigo que no alcanzo a descifrar. Un roce de tu piel me traslada a un recóndito resquicio de mi ser en donde la conexión es tan genuina y espectacular que eriza delicadamente mi piel (que ya he entendido que no la tuya, tranquilo). Siento que somos uno y la magia hace que me deje seducir y envolver por tus abrazos, refugio al que sé que siempre puedo acudir si estoy triste, enfadada o hundida ante el que podría claudicar y habitar para el resto de mis días, pero… al alzar la vista solo diviso a un extraño, a una persona que me tiene delante y ni me mira, me perfora cruelmente el corazón con sus gélidos oscuros ojos y me taladra brutalmente el alma porque hace como que va perdido y sin rumbo, chocando violentamente contra todo lo que represento cuando sabe muy bien adonde va, porque donde va, no es donde íbamos, vamos, ni mucho menos, jamás iremos, no él conmigo desde luego, no juntos, no ya nada…
Siento la pérdida repentina de un apreciado ser. Esa persona iba conmigo de la mano, me acompañaba allá por donde fuera. Con él nunca me sentía sola, me elegía cada día, me protegía, me deleitaba con su voz, me cuidaba y me mimaba, aunque nunca me decía que me amaba, me lo demostraba y … de repente, me soltó al divisar cómo la desgracia venía hacia nosotros, se apartó a un lado, me empujó y me abandonó, huyó y desapareció. Fue entonces como un feroz agujero putrefacto e infectado se abrió de entre el suelo y me engulló, me masticó y me devoró. Lo más doloroso es que no vino en mi búsqueda porque él tenía la suya propia, que no era la mía ni la nuestra y me murió, sí, me hizo morir en contra de mi voluntad, no soportaba toda la vida que yo derrochaba porque él estaba muerto y enterrado, solo le interesaba que lo reviviera cuando lo requiriera y se le antojara y no cuando yo lo necesitara. Y yo quería vivir, pero como no soportaba que fuera de la forma que ambos nos merecíamos, me estranguló con sus propias manos con la brutal la fuerza de su negación, que no era escasa, para obstruir el paso a la esperanza y al compromiso, un compromiso que le daba pavor afrontar ante las escasez de recursos de los que, sí tú, adolecías y así preferías refugiarte en el recuerdo de alguien que jamás sabes que va a volver, pero que, al menos, te invitaba a la inacción, te sumía en una zona de confort que te aportaba la seguridad que yo no te ofrecía y ante la cual saliste despavorido. Así pues, me redujiste a la nada, porque nada es lo que siempre fui para él, cero… y desde aquel preciso instante en el que se eligió, me relegó al saco de los rechazados, vapuleados y humillados, en donde nadie te cree y da igual lo que cuentes y demuestres, allí eres el hazmerreír y eres una exagerada, allí eres repudiada, escupida y vomitada. Te orinan encima y te rajan las vestiduras a su antojo para mofarse de ti, de tu cuerpo, de tu singularidad, de tus rasgos de tu forma de ser, en donde tu dignidad como persona queda reducida a la altura del betún de los desgraciados y eres juzgada en el roído banco de los acusados del que nunca saldrás indemne pues hasta el juez se ha ido de vacaciones porque no tiene nada que juzgar porque, llegado el momento de tu declaración, te van a agarrar del cuello tan cruelmente, para que no puedas ni alzar gemido alguno que valga en tu defensa porque desde el inicio de la relación ya estabas condenada y sentenciada a muerte ante el pulular del jurado impopular.
Por si no lo sabías, en ese agujero negro, las cruentas ratas sanguinarias no soportan que las emociones, habiten dentro de los corazones de ningún ser viviente, les desquicia porque ellas son incapaces de sentirlas, lo que se traduce en una virulencia proporcional a la intensidad de tus sentimientos contra cuantas presas caigan en sus garras. Es la pura envidia destructiva la que les corroe por las escasas venas que recorren su áspera e inhumana piel la que las inunda a las inmunda.
Lo que de mí fue de todo aquello aún no se sabe porque está aconteciendo en este preciso instante y créeme que ni mi mente ni mi corazón, alcanzan a abarcar ni a valorar la envergadura, altura, duración, ni intensidad del sufrimiento que se cierne sobre mí, desconozco si las enfrentaré valientemente cual Amazona guerrera salvaje o si seré devorada despiadamente por él.
Solo déjame decirte una última cosa:
আর কখনো না
By Wendy
Gracias por tus letras, saludos.
Gracias a ti por leerlo 🫂