Cuando sea mayor…

Nos complicamos la vida conforme vamos creciendo. Es cuanto menos, singular, cómo, cuando nos encontramos en la etapa pueril, detestamos ser direccionados y controlados sobremanera en todos los diminutos contextos en los que a esas edades nos vemos inmersos que, prácticamente se reducen a la casa y la escuela y deseamos fervientemente ser capaces de poder liberarnos de esos hilos que dirigen cada uno de nuestros pasos, cual marionetas de una eterna función se tratara, provocándonos un hartazgo de tal magnitud, que no hace sino acrecentar las ganas de poder despertar un día y creerte ser dueño, por fin, de las riendas de tu propia vida.
Ansiamos, conforme vamos alcanzando la adolescencia, reivindicar: nuestro espacio vital, nuestros gustos, extraña y normalmente contrarios a los inculcados y sobre todo; nuestro “yo”, nuestro ser que, con personalidad per se, son únicos y excepcionales.
Idealizamos la celebración de nuestro décimo octavo cumpleaños por la simbología de lo que representa, más allá de soplar dieciocho consagradas velas incrustadas en un ornamentado y suculento pastel, pues encarna el relevo que nuestros educadores nos transmiten para poder asumir y responsabilizarnos de hacia dónde dirigir y orientar el timón de nuestro barco. Idealizamos el momento en el que ellos se aparten, “por fin”, para dejarnos al frente y de frente al mar bravo que simboliza la vida, para hacernos con él (ella). Pero cuán ingenuos somos, pues desde el momento en el que esto sucede (y si es que ocurre, porque ya, a veces, ni en sueños es imaginable dadas las serias dificultades con las que se encuentran los jóvenes para poder buscarse un futuro, no menciono si quiera ni prometedor, que ojalá, un simple futuro propio para cada uno de ellos) la vida se tercia intrincada, abrumadora y hasta excedida en algunos casos. Crees comerte el mundo y ¡ojo! hay unos escasos pocos que lo consiguen y olé por cada uno de ellos, hasta que descubres que es el mundo el que te devora a ti, ni todo tu arsenal es capaz de hacerle frente, fruto, muchas veces de erróneas decisiones, mostrarnos reticentes a huir de nuestra zona “cómoda” y rutinaria de confort, pobre actitud, exigua capacidad de reacción, insuficientes recursos personales y de otra índole y por qué no, hasta de infortunios que también nos acechan. Es entonces cuando reconocemos el craso error en el que crecimos codiciando una idealizada y perfecta vida en la que jamás de los jamases cometeríamos los mismos errores que nuestros padres, pues siempre creímos que lo haríamos infinitamente mejor, esos a los que ahora debemos acudir para que continúen ayudándonos como hacían antaño y otorgándoles, por mérito propio aquello de lo que renegamos porque, seamos sinceros, no lo hicieron tan mal y, para más ende, porque cada uno de nosotros siempre hace lo mejor que puede con lo que tiene a su alcance, sólo que, en ocasiones, no nos sale tan bien como añorábamos y soñábamos, al igual que a ellos.
Reconozcamos y valoremos esa incesante, entregada y desinteresada labor que hacen cada día esos padres, familiares y allegados que siempre han estado ahí, creyendo en nosotros, aún cuando nosotros mismos dejamos de creer en ellos, porque ellos nunca perdieron la fe en nosotros. Estos héroes y heroínas anónimos/as y cercanos/as lo hicieron y hacen con tanta devoción, dedicación y amor tan profundo y leal, por encima de cómo les salga, que debe aleccionarnos perdurablemente, pues es la gran enseñanza auténticamente preeminente que debemos aprender y transmitir.
Va por vosotros, especialmente para mi madre. Qué haría y qué sería yo sin ti?
Para reflexionar:

  • ¿Os sentís identificados en alguno de los párrafos, especialmente en cuanto a la etapa adolescente y adulta se refiere?
  • ¿Gozáis de la suerte, en vuestras vidas, de contar con alguno de estos héroes/heroínas?
  • ¿Les habéis reconocido su labor?

A recordar:

  • Reconocer y aprender de la labor que hicieron con nosotros quienes nos lo demostraron en algún momento de nuestras vidas. Apreciar, valorar y expresar a cuantos te demuestran que te quieren y te ayudan cada día y no dejarte nada dentro.

Feliz semana!! 🙂
By Wendy G. M.

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *