Siento paz, silencio, si miro hacia dentro.
La armonía se traduce en sintonía.
Mi ser permanece imperturbable.
El oleaje impetuoso e irrefrenable ha quedado atrás, sin embargo, otro habrá que me azotará, empero, ahora solo hay calma y me recreo en la calma de mi alma.
Si diviso el horizonte, soy capaz de dibujar mi pesar y de recrear mi malestar, sin embargo, escojo deleitar mi mente con paz y bienestar.
Mi positiva energía fluye y me influye cual caudaloso río generoso que no reprime su libertad a la hora de mostrar su identidad. Hace caso omiso a otros apabullantes y circundantes. Nada va a alterar mi curso, nadie va a inmiscuirse en él, no si yo no lo permito y evito. En mi devenir surgirán tentaciones disfrazadas de hadas cuando desee permanecer en silencio, cuando no quiera que nadie a verme venga cuando le convenga, mucho menos a introducirse en mí para regar y exacerbar su gloria a la mía costa, a posta.
Pero… ¿Qué pasará cuando pierda el control y no pueda frenar la velocidad con la que discurro?. ¿Cuando no quiera continuar y anhele parar para inspirar, para sanar, no obstante, la naturaleza me obligue a seguir su curso, que no el mío, desoyendo y desatendiendo lo que yo voy sufriendo mientras la tonalidad de mis aguas va palideciendo?
¿Y qué decir, cuando mis aguas hagan mal a otros seres inocentes y me cuele en sus hogares arrasando y hacia sus corazones calando, conforme me voy acercando, por el solo hecho de ir a visitarlos, cuyo sutil roce lastime la vulnerable piel que envuelve y recubre cálidamente sus delicadas almas, al no saber medir la velocidad de mi fluir? Por no hablar de la intensidad, cual deidad, en el preciso instante en el que se crea con derecho a sí misma, ególatramente otorgado, a alcanzar cualquier techo incluso estrecho y hasta allí haga llegar mi repudiada y no deseada maldad por no saber gestionar mi emocionar.
Tanta exposición me abruma.
En ocasiones, anhelo permanecer en silencio,
que nadie descubra mi discurrir,
que nada altere mi curso,
solos: yo, mi presencia y pura esencia,
hasta mi no querer ser y mi ausencia,
permitirme cuando no quiero estar
consentir cuando desee, entre mis propias aguas, convulsionar y ¿por qué no? hasta ahogar
y los demás respetar, muy a su pesar, sin juzgar.
¿Cómo calibrar y contener la generosidad de la inmensidad del agua junto a la intensidad de su emocionalidad?
By Wendy
Es buena la paz y el silencio
Verdad Sol? Lo es, es buena y necesaria 🙏❤️
Gracias por leerlo y compartir tu reflexión 😘
Me encanta
Muchísimas gracias 🥰
Cálidas palabras…
Hasta cuando nace un río, nace del silencio y de una inmensa paz, necesitan juntarse millones de gotitas para recorrer juntas ese camino y en ello unas pocas llegan hasta el mar porque la mayoría desaparecen…. Se disipan o son bebidas…
Que valor tan grande tiene el silencio! Y qué difícil es a veces estar en él.
Gracias Ana por compartir tus sentimientos 💕
Gracias a ti por compartir tus sabias palabras ✨💝
Ay el agua!
Ya es bonita la búsqueda de la paz… y encontrarla alguna vez.
Bendita agua…
Eso es, disfrutar del proceso y si en el camino encontramos la paz, hay que sentarse a saborearla con la aceptación de su impermanencia, al igual que todas las cosas de esta vida que nunca perduran.
Gracias Pedro, por tu aportación 🙏❤️✨